A medida que la velocidad de los automóviles se fue incrementando, que se volvió un objeto masivo, surgió la necesidad de equiparlo con algunas condiciones mínimas: paragolpes, parabrisas, cinturones de seguridad y luces.
Con el incremento de la velocidad en estos vehículos, se hizo necesaria una reunión internacional para definir algunas cuestiones legales en lo que a Seguridad Vial concierne. No fue una, sino varias convenciones internacionales donde se implementó un protocolo de uso común, detallando las normas básicas de comportamiento, de equipamiento, de trazado y señalización.
Las luces bajas encendidas eran de uso obligatorio cuando la luz natural escaseaba, y con el tiempo se volvió obligatoria.
¿POR QUÉ?
La causa radica fundamentalmente en la refractación de la luz en los objetos, lo que nos permite verlos, distinguirlos, nos da noción de distancia, y hasta de velocidad, cuando son lanzados por el espacio. Los automóviles no escapaban a esta regla física, por lo que debió hacerse obligatoria la utilización de la luz baja en horario diurno.
Esta medida pretendía que ese vehículo pudiese ser detectado a una mayor distancia, calculando hasta su velocidad, lo que facilita las maniobras de adelantamiento, que con un solo golpe de vista podamos distinguir en nuestros espejos retrovisores, al cruzar una ruta, y en muchas otras circunstancias dentro del abanico de posibilidades que nos brinda a diario la vida en las rutas cordobesas.
Otro factor importantísimo es controlar el entorno para una conducción segura. Nunca podemos dejar de ver lo que pasa a nuestro alrededor, sobre todo hacia adelante, ya que cuando el vehículo levanta cierta velocidad, se convierte en un potencial riesgo para quienes viajan en su interior, como para las personas que lo rodean.
Cuando se le enseña a conducir a una persona se le trata de brindar mucha información, para que tenga muchas herramientas con las cuales afrontar los inconvenientes que pueden surgir, al menos, al principio, pero que sin embargo serán la base de su experiencia como conductor. Aminorar la marcha hasta una velocidad segura que permita frenar sin causar riesgos al llegar a las esquinas, respetar las velocidades máximas, sobre todo en zonas de escuelas y peatonales, tener cuidado cuando se observa que una pelota se cruza la calle, porque detrás seguramente viene corriendo un niño, son datos fundamentales. Lo era también el cruce de vías férreas, aunque actualmente ese riesgo disminuyó mucho debido a la situación de los trenes.
La utilización de las luces bajas, altas, de posición, las luces de giro, son de vital importancia para la buena conducción, ya que no solamente permite ver por dónde vamos, y controlar el entorno, sino también sirve para las demás personas que circulan en el mismo sector que uno, sea peatón o conductor de otro rodado. Por este motivo no se puede hacer una utilización exagerada de recursos, por ejemplo circular con luz baja en una zona urbana donde no sea obligatoria, un día soleado, aunque sea recomendable llevar encendida las de posición (para que nuestro vehículo sea vbisible a más distancia), o llevar encendida las luces altas en ruta, cuando viene circulando en sentido contrario otro conductor, quien sería encandilado.
Existen diversos estudios sobre la distancia a la que se observan los vehículos según su color, entre otras variables como climáticas. Este estudio permite tener en cuenta que aunque el conductor observe al peatón, no necesariamente éste detectó el vehículo que viene circulando hacia él.
No es la misma distancia a la cual comienza a observarse un vehículo a las horas de la mañana que de la tarde, por ejemplo, Tampoco lo es cuando algún factor climático afecta la visibilidad, como niebla, lluvia o nieve. Por ello hay que adecuar las velocidades, porque un vehículo puede no verse hasta que es demasiado tarde para evitar el impacto, aunque erroneamente se recurra a la frase «se me cruzó» para derivar culpas.
Fuente: Policía Caminera de Córdoba.